El Diablo Sobre Teclas

Uno más entre tres millones de blogs dedicados a llevar la contraria.

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lunes, agosto 28, 2006

¿Es esto lo que han conseguido hacer con nosotros?

Se cuenta que los sacerdotes vudú de Haití soplan sobre sus víctimas un "polvo para convertir en zombi" que contiene tetrodotoxina, un veneno que extraen a partir de diversas especies de pez globo (Orden Tetrodontiformes). La tetrodotoxina es un inhibidor de los canales de sodio presentes en la membrana de las neuronas, que son los responsables de la transmisión del impulso nervioso. Los desdichados que son rociados con la cantidad justa de esta neurotoxina quedan paralizados temporalmente, de forma que la gente los toma por muertos y los entierra. Transcurrido algo más de un día, el veneno es metabolizado y eliminado de los tejidos, con lo que el "muerto" se levanta de su tumba. Convencido firmemente de que es un zombi, porque así se lo ha enseñado su religión, se convierte en esclavo del brujo para el resto de su vida, ya que todos los creyentes saben que eso es lo que debe hacer un zombi tras volver del otro lado.

Se dice que el vudú sólo sirve con aquellos que creen en él. Sólo si alguien ha sembrado en tí las semillas de la credulidad pueden tener éxito las engañifas, trucos y mentiras que los brujos venden como auténticos hechizos vudú.

Creo que lo mismo pasa con el terrorismo. Sólo si crees en su poder puede el terrorismo hacer que modifiques tus conductas y tus hábitos de vida, impedirte disfrutar de las cosas, dejar de pensar en positivo, desconfiar de cualquier cosa que desconozcas y, en definitiva, hacer que tu vida sea un terrorífico infierno. Me temo que existen muchos brujos vudú cuya misión es precisamente hacernos creer en el terror. Ayer tomé un vuelo de Granada a Barcelona. Se me pidió que exhibiera mi carnet de identidad en cuatro ocasiones antes de poder subir al avión. La Guardia Civil me cacheó con el detector de metales portátil tras atravesar el arco del control de embarque. Había pitado por la presencia de un minúsculo remache en el bolsillo de mis vaqueros. ¿No resulta un poco exagerado? ¿Es posible que la mayoría de nosotros ya nos hayamos vuelto zombis?

Leo en El País:

'Islamofobia' de altos vuelos

La negativa de los pasajeros del vuelo Málaga-Manchester a despegar con dos árabes molesta a laicos y musulmanes


La psicosis creada tras el atentado frustrado contra 10 aviones con salida en Londres, abortado el pasado día 11 por la policía británica, se dejó sentir la madrugada del miércoles 16 en el aeropuerto de Málaga. Esa noche, sobre las tres de la madrugada, tenía previsto despegar del aeródromo malagueño un Airbus 320 de la compañía Monarch con destino a Manchester (Reino Unido). Cuando la mayoría de los pasajeros estaban embarcados en la aeronave y se ajustaban los cinturones de seguridad, varias familias se negaron a acceder al aparato si antes no eran desalojados dos viajeros. Su delito: tener rasgos paquistaníes, hablar árabe, ser jóvenes y no vestir sandalias y ropa veraniega como el resto del pasaje, sino gruesos jerséis y cazadoras de cuero.

Dentro del aparato se corrió pronto la voz de la actitud de las seis personas que permanecían amotinadas en el pasillo de la terminal. Para sorpresa de la tripulación, una familia se levantó de su asiento y salió del aparato, al igual que hicieron luego otras dos. El comandante -autoridad suprema en un avión- decidió que no despegaba con los dos viajeros que algunos calificaban de indeseables, y así se lo notificó al suboficial de la Guardia Civil que se desplazó a la terminal.

El piloto, acompañado por agentes armados y personal de seguridad del aeropuerto malagueño, se dirigió a los dos hombres para comunicarles su decisión y retirarles el pasaporte. Una hora más tarde, los dos hombres, que en ningún momento opusieron resistencia al desalojo, salieron del aparato con la cabeza baja y escoltados por dos agentes. El vuelo ZB 613 abandonó Málaga con más de tres horas de retraso y dos pasajeros menos.

La compañía Monarch aseguró que los dos sospechosos fueron interrogados por la Guardia Civil durante varias horas, informa Efe. Sin embargo, un portavoz del instituto armado negó ayer que los pasajeros expulsados del avión -de nacionalidad británica y origen paquistaní y árabe- fueran retenidos. "No teníamos nada contra ellos, se revisó su equipaje y ya está, ni siquiera tenemos sus nombres", asegura el portavoz. Los dos desalojados pasaron la noche en un hotel y salieron al día siguiente hacia Manchester en un vuelo "de otra compañía", según informó la Guardia Civil.

Heath Schofield es uno de los 150 pasajeros del vuelo de Monarch. Este representante de productos químicos, que viajaba con su esposa, Jo, y sus dos hijas, de 15 y 12 años, se declaró ayer "harto de hablar con periodistas", y no quiso ayer responder a las preguntas de este periódico desde su casa de Cheshire. Sin embargo, su mujer sí había hablado con varios medios británicos. Jo Schofield, profesora universitaria, aseguró al Daily Mail que cuando los dos sospechosos entraron en el Airbus se hizo un silencio "en el que se podía escuchar caer un alfiler". Según esta testigo, las suspicacias se iniciaron después de que un pasajero asegurara que había escuchado a los dos desalojados decir "algo alarmante en árabe" y "miraban mucho sus relojes".

Tanto la comunidad musulmana del Reino Unido como representantes de la sociedad civil han condenado la expulsión de los dos viajeros. El miembro del Parlamento británico Jaled Mahmood, laborista y musulmán, calificó de "enormemente irracional" el incidente de Málaga. "La gente tiene que recuperar la cordura. No se puede acusar y tratar como si fueran terroristas a una persona sólo porque tiene aspecto asiático", dijo este diputado por Birmingham. Por parte del Partido Conservador, el portavoz de Seguridad Nacional, Patrick Mercer, fue algo más lejos y calificó la reacción de los viajeros del vuelo ZB 613 como "una victoria para los terroristas".

El secretario general del Consejo Musulmán del Reino Unido, Mohamed Abdul Bari, aseguró que los sucesos del aeropuerto malagueño son una muestra del "alto nivel de sospecha que a menudo soportan injustamente los musulmanes", y dijo que muchas personas de origen árabe "son culpables hasta que se demuestra que son inocentes".

El incidente del pasado día 15 en Málaga se une a la lista de anomalías que ha provocado el pánico tras los atentados fallidos del 11 de agosto en aeropuertos de todo el mundo. La semana pasada un vuelo desde Londres a Washington fue desviado a Boston porque una pasajera llevaba en su equipaje de mano un destornillador, cerillas y crema de manos. El pasado jueves por la mañana las autoridades aeroportuarias de Estados Unidos evacuaron un aeropuerto en Virginia Occidental después de que se informara de que un viajero llevaba dos recipientes con restos de explosivo. Posteriormente se supo que el líquido era totalmente inocuo.

El propio aeropuerto de Málaga, el cuarto aeródromo de España con 12,6 millones de viajeros en 2005, ya sido escenario de otros incidentes relacionados con supuestos terroristas islámicos. El pasado 26 de noviembre, una falsa amenaza de bomba en Boeing 737 de la compañía danesa Sterling, procedente de Estocolmo (Suecia), obligó a activar el protocolo de seguridad del aeropuerto y provocó el despliegue de numerosos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Al parecer tres jóvenes, uno de ellos de rasgos magrebíes, dijeron en tono de broma delante de una azafata que llevaban un artefacto explosivo. Aquella vez, los viajeros supieron mantener la calma.

sábado, agosto 19, 2006

La evangelización de las zarigüeyas

Hubo un tiempo en el que las costumbres de los animales se utilizaban como ejemplos a seguir por el buen cristiano. Que la mayoría de los animales no mostrara ningún comportamiento significativo o relevante para esta utilidad no representaba ningún problema, ya que los comportamientos se inventaban y asignaban rápidamente a las distintas especies si hacía falta, según las simpatías del escritor (casi siempre un monje cristiano que no había visto en su vida al animal en cuestión).

Así, vean lo que cuenta un bestiario medieval del pobre y simpático topo:

“Es un animalito que, como no ve, cree que le ha de faltar para su sustento, y no se atreve a comer lo que sería preciso. Y jamás ve hasta la hora de su muerte; poco antes abre los ojos, y al ver tanta tierra dice: “¡desdichado de mí! ¿Por qué no he comido en abundancia y, por ahorrar, me he mantenido flaco y seco?”, y se muere de desesperación. Es comparable al avariento y usurero, que siempre cree que han de faltarle los bienes y riquezas, y nunca tiene bastante, sino que tiene mayor avidez; y cuando ha concluido, ve la muerte y lo deja todo, y aquel día, le pese o le agrade, ha de ser generoso, pues nada puede llevarse de las cosas del mundo... Por el topo podemos entender, ya que vive solamente de tierra y no puede ver la luz, una clase de hombres y de mujeres que no apetecen ni se nutren sino de los placeres terrenales, y no toman alimento ni creen en las cosas del cielo. De éstos podemos decir que no ven la luz, pues no están iluminados por los designios celestiales; pues los deseos terrenales acosan a los hombres que en ellos se deleitan”

Bestiaris II. S. Panunzio. 1964.


La comadreja (a pesar de ser la única capaz de acabar con el peligroso basilisco) también es un mal ejemplo para los hombres, no sé bien si debido a su afición al sexo oral. Desde luego, imaginación no les faltaba a esta gente:

“De la comadreja dijo el fisiólogo que concibe a través de la boca y, una vez preñada, pare por las orejas. Hay algunos que comen el pan espiritual de la Iglesia: pero cuando se alejan de ella, arrojan la palabra divina fuera de sus oídos, como la comadreja impura, y se vuelven como el áspid sordo, que se tapa las orejas.”

Physiologus, S. II.


Otros animales, por el contrario, representan buenos ejemplos a seguir. Uno de los que mejor prensa tienen en los bestiarios (vete a saber por qué) es la pantera, cuyo comportamiento es ejemplar hasta cuando se pasa durmiendo tres días seguidos:

“La pantera es una bestia muy bella, a manchas negras y blancas, y vive del siguiente modo: de su boca brota tan buen perfume que, cuando ruge, todos los animales que hay en los contornos vienen ante ella, por el gran placer que les produce el aroma que mana de su boca, a excepción de la serpiente, que huye cuando la oye rugir. Y cuando los demás animales han llegado ante ella, atrapa a los que más le agradan y se los come; luego se echa a dormir en algún lugar, y duerme tres días; después, se levanta y vuelve a rugir (y los animales vuelven de inmediato a ella, y coge y devora a los que quiere). Y de esta manera vive y pasa su tiempo.

Esta pantera significa algunos hombres buenos de este mundo, que predican y gritan con fuerza las dulces palabras de Dios, que conducen a las almas a la vida eterna, y así se atraen, por el aroma de las palabras, a todas las criaturas que creen en Dios firmemente; pero, así como la serpiente huye de la pantera, así rehuyen todos los incrédulos el oír la palabra auténtica y perfumada del buen predicador que, cuando ve a los hombres y mujeres buenos que le agradan -que son su vida y su alimento-, hace que ganen la vida eterna del paraíso. Pues ellos, con sus palabras y predicación, hacen que se salven las demás gentes, y así ganan ellos sus almas; pues la Escritura dice que quien, por su predicación o su buena conversación, consiga salvar almas habrá ganado su propia alma y la otra.

Y así como la pantera duerme tres días y después vuelve a rugir como lo había hecho al principio, y acuden a ella los animales de los que se alimenta, así obran los buenos predicadores; pues más se demoran en leer y en meditar las Sagradas Escrituras, y en pensar en las profundidades de la divinidad de Dios, que en predicar a las gentes. Y bien se puede decir que duermen en cuanto al cuerpo, cuando están ocupados en semejantes cosas, como resulta con muchos santos. Y os diré de san Bernardo, que fue uno de los predicadores de buen aroma, que, mientras cabalgaba con sus monjes en el curso de un viaje, pasó por una ciudad, y una vez pasado, no se había dado cuenta -tan ocupado estaba en sus cosas del cielo- y apenas creyó a sus monjes cuando se lo contaron.”

Bestiaris I. S. Panunzio. 1963.


De esta manera, esperaban los autores de los bestiarios influir en el comportamiento de la gente, que debía actuar a imagen y semejanza de los animales. Hoy los tiempos han cambiado y, como no podía ser menos, son los animales los que modifican su comportamiento siguiendo los pasos de los humanos. Que esto ocurre con frecuencia ya lo sabíamos. La omnipresente presencia humana en los ecosistemas naturales hace que ya queden pocas zonas en el mundo donde los seres vivos mantengan sus costumbres y formas de vida ancestrales. A los jabalíes les resulta más sencillo acudir a hacer la compra a los contenedores de basura de las urbanizaciones, los gatos callejeros hace ya mucho tiempo que dejaron de vivir de cazar ratones y pájaros, las gaviotas se dedican ahora a rebuscar en los vertederos y hasta los pocos meros que aún quedan en las Islas Medas acuden a las manos de los buceadores para recibir las raciones de salchichas a las que los vienen acostumbrando desde hace un par de décadas.

Pero poco podíamos imaginar que el impacto del hombre sobre la biología de una especie pudiera llegar hasta el extremo que se muestra en la reciente investigación de Jenny Martín, de la Universidad de Melbourne, sobre las zarigüeyas de cola peluda (Trichosurus caninus). Las zarigüeyas australianas son unos adorables bichitos peludos que normalmente pasan el día en los árboles. Las de cola peluda bajan de noche al suelo para buscar su alimento. Estos animales han sido tradicionalmente un magnífico ejemplo de poliginandria (como ocurre en la mayoría de mamíferos pequeños). Es decir, tanto las hembras como los machos forman parejas con varios miembros del sexo opuesto. En los bosques australianos, su hábitat natural, las zarigüeyas de cola peluda de ambos sexos vivían (al menos hasta ahora) una vida solitaria, reuniéndose esporádicamente con las parejas que podían encontrar (es decir, más o menos como ocurre con los humanos adultos jóvenes en las grandes ciudades).

Pero estas costumbres están cambiando. Jenny Martín ha demostrado que en las zonas de su área de distribución más deterioradas por la actividad humana, las zarigüeyas se están volviendo monógamas. Ahora forman parejas estables, que permanecen cazando juntas durante varios años y crían a sus hijos entre ambos progenitores. Se diría que, cuando se encuentran cerca de las comunidades humanas, las zarigüeyas imitan a sus vecinos primates, abandonando sus salvajes costumbres sexuales para formar una familia cristiana como dios manda. Esos herederos de los bestiarios medievales, el Foro de la Familia, estarán contentos. La palabra de Dios ha llegado hasta los marsupiales.

Fuera bromas. La realidad es otra muy diferente y, como casi siempre, mucho más triste. La actividad humana ha hecho disminuir las poblaciones de zarigüeyas, hasta el punto de que los encuentros con miembros del sexo opuesto se han hecho cada vez menos probables. Si antes, en los buenos tiempos, la vida solitaria era una estrategia válida para una zarigüeya, confiando en los hallazgos fortuitos de un compañero con el que poder reproducirse, gracias a la abundancia de éstos en los bosques, ahora, la progresiva disminución del tamaño de las poblaciones debido a la destrucción del hábitat ha causado que la única estrategia viable para encontrar pareja sea mantener la que ya tienes durante el máximo tiempo posible. La selección natural no perdona, y actúa rápido. Las parejas que optaban por seguir una vida poligámica pueden seguir viviendo en las áreas remotas, donde su densidad de población se mantiene aún elevada, pero desaparecen rápidamente sin dejar descendencia en las zonas habitadas por el hombre, al carecer de las oportunidades reproductivas que sí tienen en estos hábitats civilizados las que se han decidido por la vida en pareja.

El estudio, lejos de ser una mera anécdota, puede servir para interpretar los cambios de estrategias reproductivas que han podido tener lugar a lo largo de la evolución de otros grupos de especies. Por ejemplo, los primates. En el orden Primates hay estrategias reproductivas para todos los gustos. Los gibones, por ejemplo, son estrictamente monógamos, habitan las selvas asiáticas donde permanecen con densidades de población relativamente bajas. Los gorilas son estrictamente polígamos y los grupos están formados por un único macho dominante y muchas hembras reproductoras. Los chimpancés son poliginándricos, y sus familias constan de un número variable de machos y hembras que se aparean entre sí con una promiscuidad que asustaría a los católicos que pretenden poseer la verdad sobre las relaciones pro natura o contra natura.

En cuanto a los humanos... pues hay tantas opiniones como antropólogos. Pero al margen de las opiniones sesgadas, hay una realidad biológica indiscutible: en el orden Primates existe una evidente correlación entre dimorfismo sexual y poligamia, con un espectro que va desde los gibones, monogámicos sin dimorfismo sexual (macho y hembra presentan idéntico tamaño), hasta los poligámicos gorilas o los mandriles, donde el macho pesa casi el doble que la hembra. Los humanos presentamos el mismo grado de dimorfismo sexual que los chimpancés (alrededor de un 20% más pesados los machos que las hembras), por lo que deberíamos tener estrategias reproductivas parecidas... Y yo creo que las tenemos. Aunque las distintas religiones del Mundo (y especialmente las cristianas) nos intenten inculcar una vida monogámica, nos empeñamos en ser poliginándricos como nosotros solos. Los gibones no necesitan mandamientos religiosos para combatir el adulterio, ya que está en su naturaleza ser monogámicos. Los humanos necesitamos mandamientos, represión, leyes y mucho, mucho cargo de conciencia por haber cometido nuestros pecados. Puede ser que la solución (¡Idea para el Foro de la Familia!) sea reducir nuestra densidad de población hasta alcanzar los niveles que han alcanzado las zarigüeyas de cola peluda. Al fin y al cabo, como pretendían los bestiarios medievales, en lo bueno y en lo malo, seguimos tomando a los animales como ejemplo.

jueves, agosto 03, 2006

South Park Studio

¡Todo un clásico de los blogs! Mi avatar de South Park, hecho con South Park Studio.


miércoles, agosto 02, 2006

La historia imposible de Silvina Borges

Ayer estuve viendo La Casa del Lago, y eso me ha hecho rescatar del olvido una vieja historia que escribí en 1999. Al fin y al cabo, si las productoras de Hollywood pueden hacer remakes de películas coreanas (aunque luego los fans de IMDb.com encuentren tantos fallos de guión), entonces yo puedo plagiarme virtualmente a mí mismo sin ningún cargo de conciencia. Espero que disfrutéis de la historia.

* * *

La historia imposible de Silvina Borges
(basada en una idea original de Rudy Rucker)


Causa y efecto aún enlazan muchos de
los acontecimientos de nuestro mundo.
Pero también es cierto que muchos acontecimientos
se producen sin ninguna razón real.
Rudy Rucker. La cuarta dimensión. 1994.

I
Granada, 1 de junio de 2000

Se escucha un casi imperceptible lloriqueo que procede de un atadijo de trapos rosados, situado en pleno centro del umbral de la casa de los Borges. La señora Borges abre la puerta.

- ¡Dios mío! ¡Juan, ven ahora mismo! ¡Hay un bebé en el portal!
- ¿Pero qué dices?... ¡Dios, es verdad! Hay que llamar ahora mismo a la policía.
- Espera... no tan rápido. Tengo una idea mejor... ¿no crees que esto es una bendición del Cielo?...

No crean que fue difícil para el Doctor Juan Borges, director del servicio de nacimientos del Hospital Materno-Infantil, registrar a la joven Silvina Borges como su hija. Al fin y al cabo, más por desgana que por vergüenza, habían logrado mantener oculto entre sus amistades el hecho de que no podían tener hijos, a pesar de haberlo deseado más que nada en el mundo. Sin duda, Juan consideraba esta limitación una cruel ironía del destino. Él, que diariamente colaboraba en la alegría de decenas de parejas. Su esposa, al contrario, había llegado a pensar que era el destino de una cruel ironía. Ella, que se había casado con el hombre más interesado en los niños que había en Granada. Pero ahora todo había cambiado, porque allí había aparecido Silvina para romper la paradoja, y ya nada sería lo mismo.


II
Madrid, 17 de abril de 2019

- ¿Cómo se lo explicaría yo? Es algo... desconcertante.
- Adelante, doctor, soy estudiante de biología molecular. Creo que podré entender lo que tenga que decirme.
La joven Silvina había crecido. Había tenido una infancia todo lo feliz que una niña podría haber deseado, unos padres volcados en su felicidad y un interés colmado por todo lo relacionado con las ciencias de la naturaleza. Había orientado su pasión hacia el conocimiento y había tenido a su disposición la bien nutrida biblioteca de sus padres, para responder a cualquier duda que se le hubiera planteado, desde la historia de la colonización espacial, hasta los libros de Aristóteles o Plinio. Sin duda, su consciencia le repetía continuamente, había sido feliz.
Pero ahora estaba sentada delante de la mesa de un médico, un genetista nada menos. Todo había partido de ciertos análisis que ella misma se había hecho en la clase de prácticas de biología. Desoyendo el consejo de su profesora, había obtenido su propio cariotipo, en lugar de realizar la práctica a partir de la sangre que sus profesores habían ofrecido a toda la clase. Tras obtener un resultado tan inesperado como alarmante, decidió ponerse en manos de los expertos, para que le aconsejaran.
- Hablaré entonces francamente, -continuó el genetista, con palpable afectación en su voz- creemos que usted tiene sólo 18 pares de cromosomas, en lugar de los 23 normales. Sí, ya sabemos que esto es... ¡imposible!, pero hemos repetido los análisis cinco veces. Es un resultado concluyente.
- Supongo que quiere decir que soy... un monstruo.
- ¡De ningún modo!, entiéndame, sus cromosomas son diferentes, más largos de lo normal. Supongo que, sencillamente, tiene usted sus genes ordenados de manera distinta al resto de... -le costó bastante trabajo buscar la palabra- los humanos. En cualquier caso, es usted una persona absolutamente sana. En principio, no debe temer nada por su salud. Supongo que debe usted tener los mismos genes que cualquiera, sólo que, por una razón que ni siquiera nos planteamos poder conocer, los suyos se han ordenado de forma absolutamente distinta. Sencillamente, no sabemos nada sobre su caso. Es el primero que conocemos. No se sabe de nada, ni siquiera remotamente, semejante.
- Pero, supongo que esto quiere decir que... -Silvina había ido analizando la información, hubiera deseado en ese momento tener menos conocimiento del que poseía, porque de ese modo, la realidad no hubiera acudido a su mente de forma tan brutalmente cruel- ...¡jamás podré tener hijos!
- Bueno, supongo que efectivamente así es -el doctor no se había parado hasta entonces a pensar en esta consecuencia. Para tener un hijo viable, sus cromosomas deberían poder alinearse con los de su pareja. La posibilidad de que sean compatibles es muy remota, dada la enorme diferencia. No creo que pueda encontrar una pareja compatible... ¡él debería tener 18 pares de cromosomas!

Silvina abandonó la consulta, cabizbaja y pensativa. De repente, le vino a la mente la idea de que, de alguna forma, ella lo había sabido siempre. Había sabido que tenía que haber alguna trampa. Su padre le había contado, en cuanto tuvo la madurez suficiente para entenderla, toda su historia. Pensó en que, de alguna forma, había una cierta justicia cósmica en todo ello. La historia de los Borges había recibido una prórroga, un tiempo extra de vida, pero había sido por una única generación más. Improrrogable. El linaje desaparecería con ella, como debió desaparecer con sus padres hacía dos años, en aquel infortunado accidente...
Era un monstruo. Un individuo único en su especie, que había aparecido en el umbral sin tarjeta de presentación. Pensó en aquellas palabras de Carl Sagan, en "Sombras de antepasados olvidados", que había leído a los dieciséis años y, por razones obvias, habían quedado grabadas en su mente:
"Las personas somos como bebés recién nacidos abandonados en un portal, sin ninguna nota que explique quiénes son, de dónde vienen, qué carga hereditaria de atributos y defectos pueden llevar, o cuáles podrían ser sus antecesores. Desearíamos ver las fichas de estos huérfanos".
Pensó en su madre biológica. ¿Quién había sido? ¿Qué ser humano habría podido dar lugar a una mutación tan desgarradora? ¿Y cómo había podido engendrar un bebé viable, ella misma? Esta vez, llegaron a su mente, por alguna razón inconsciente e insondable, las viejas palabras de Homero, en el Canto XI de la Odisea:
"Así habló, y yo quise abrazar el fantasma de mi madre muerta. Tres veces intenté retener su imagen y tres veces escapó entre mis manos, como una sombra, como un sueño".
Era una sombra. Era un sueño. Su historia era una elipse ilimitada, pero finita. Sin duda, no había solución a su extraordinario problema. ¿O quizás sí?...


III
Cambridge, Massachusetts, 5 de mayo de 2025

- Buenas noticias, Adolfo, he conseguido estabilizarlo. Creo que voy por el buen camino.
- Estupendo. A mí también me están saliendo los experimentos. Ayer conseguí enviar una goma de borrar hacia adelante... 25 segundos.
Silvina había conocido a Adolfo Bioy en Harvard, donde ambos se encontraban haciendo el doctorado, gracias a sendas becas. Enseguida, ambos habían congeniado, se podría decir que inevitablemente, gracias a la sutil coincidencia de sus nombres y apellidos. No es de extrañar que ambos fueran fanáticos de la literatura argentina.
La mente de Adolfo era superior a las del resto de los mortales. Silvina se maravillaba de cómo podía entenderse entre aquella maraña de integrales y corchetes, pero Adolfo se encontraba en su salsa. Se había propuesto, desde niño, entender la Teoría de la Gravitación Cuántica, por el simple hecho de que decían que sólo tres personas en el mundo podían hacerlo. Había leído a Asimov, y le habían seducido aquellos viejos tomos de H.G. Wells que encontró en un rincón de la biblioteca de sus tíos. Ahora era físico teórico, y se encontraba en el mejor lugar del mundo para serlo. Sin duda, había tenido sus diferencias con los profesores, casi desde el mismo día en que llegó a Harvard. Su extraña afición por las aplicaciones prácticas de la Física era absolutamente incomprendida en aquel mundo de pizarras y papeles llenos de letras griegas. Pero, secretamente, en un cuarto olvidado de la Facultad, llevaba a cabo un proyecto que debía hacerle famoso. "Todo es cuestión de controlar el flujo de antimateria", se repetía continuamente. "Algún día lo lograré".
Silvina, por su parte, había decidido embarcarse en su propio proyecto, desde aquel lejano día en que salió cabizbaja de una consulta de genética en Madrid. El viaje había sido, sin duda, largo, pero ya estaba llegando a su término. Al fin y al cabo, las técnicas esenciales se conocían desde hacía 25 años. Sólo era cuestión de completar los detalles. Y además, desde aquel día en la clase de prácticas de biología, había comenzado una larga historia de experimentos realizados con su propio cuerpo.
Aquel mismo día, había conseguido extraer el material genético, los 18 cromosomas, de uno de sus propios óvulos, y había insertado la dotación completa, 36 cromosomas, de una de sus células epiteliales. Había sumergido la diminuta célula en una solución nutritiva y se había estabilizado. Incluso había comenzado a dividirse. Sí, por fin, tras infinitas noches de vigilia y ansiedad, había conseguido burlar al destino. En su laboratorio, por ahora esperando en un cajón del frigorífico, dentro de un tubo de ensayo de aspecto indiferente, tenía un clon de sí misma.


IV
Cambridge, Massachusetts, 2 de febrero de 2026

Silvina respiraba con dificultad, sentada en aquella mesa y vestida con un pijama azul celeste, abierto por debajo. Rodeada de enfermeras, médicos y policías, controlaba el ritmo de las contracciones, y trataba de empujar. Estaba segura de que era el día más importante de su vida. Adolfo lo tendría todo preparado. Nada importaba que los federales, con órdenes estrictas de la Comisión de Bioética del Congreso, se llevaran a su hija en cuanto naciera. Esos estúpidos conservadores no habían entendido su problema. La prohibición de clonar seres humanos no podía tener ninguna excepción. Daba igual que ninguna técnica de reproducción asistida fuera viable con su caso. Con su dotación cromosómica anómala, ella sabía -todos sabían- que la clonación era su única esperanza para tener hijos.
Sin embargo, tras arduas y prolongadas discusiones en el congreso, algún viejo carcamal sureño había conseguido convencer al resto de la Cámara de que los principios filosóficos de la ética humana eran más importantes que un pequeño abuso de la ley regulatoria de la pena de muerte. Un desconocido juez, que no había tenido la valentía de mirar a Silvina a los ojos, había firmado la sentencia. Como era demasiado tarde para un aborto, el bebé sería eliminado inmediatamente tras el parto. No había excepciones.
Pero Silvina estaba tranquila. Confiaba en Adolfo. Sabía que tenía muy buenos amigos entre el personal del hospital e incluso entre los federales. Sabía, además, que la mayor parte de la opinión pública estaba con ella. Puede que clonar seres humanos sea despreciable, pero más despreciable aún era destruir una vida inocente. La vida de su hija. Quizás su propia vida. Al fin y al cabo, su hija era, en cierto modo, ella misma ¿o no era así?
Aquí venía, era preciosa, como su madre. En realidad, era igual que su madre. Mirándola se reconoció a ella misma, en las fotos que había guardado en su álbum la bondadosa señora Borges. Su madre, que, entusiasmada, le había hecho fotos el mismo día en que apareció en el portal de su casa. Parecía que las estaba viendo. Jamás había pensado que iba a tener la ocasión de contemplar, en vivo y en directo, la imagen de la niña que aparecía en aquellas fotos. ¡Dios!, el parecido era asombroso. Todos aquellos artículos que había leído, de prestigiosos expertos que afirmaban que el ambiente era tan importante como los genes, estaban equivocados. Su hija era su viva imagen. Era ella misma.
No pudo evitar romper en lágrimas cuando las manos de un agente federal se la arrebataron de los brazos del médico. Ni siquiera dejaron que Silvina la tocara. Los muy hijos de puta. Iban a matarla. Era absolutamente inocente, ¡por el amor de dios, era un bebé recién nacido!, pero habían resuelto matarla. Menos mal que Adolfo tendría algo preparado. Se lo había jurado. Sin embargo, no pudo evitar las lágrimas.

El policía sacó a la recién nacida de la sala, y se la llevó abajo, hasta el garaje de las ambulancias. Se subió con ella en la cabina de una ambulancia. Allí estaban esperando dos personas. El conductor, y Adolfo.
- Hola, Mark, ¡dios mío, es preciosa! Muchas gracias por lo que has hecho. Jamás podré agradecértelo lo suficiente. Sé que perderás tu empleo por esto.
- No me des las gracias. Me estaba ya cansando de ser un federal. Y jamás me hubiera perdonado a mí mismo si hubiera llevado a esta niña hasta el patíbulo. Tengo mi propia ética. No me la va a imponer ningún político decrépito. Toma, llévate a tu hija.
Su hija. Qué ironía. Adolfo sabía que no tenía nada que ver con la niña que tenía entre sus brazos. Sin embargo, la sentía como suya, en el mismo sentido en que sentía como suya a Silvina.

El motor de la ambulancia rugió mientras se encaminaba hacia la zona universitaria. Adolfo había pensado ir a su casa, coger su coche y huir lejos con la niña. Lo primero era perderse de vista y tener tranquilidad para pensar. Más adelante ya decidiría qué hacer. Pero cuando estaban llegando a la casa, vio un montón de coches de policía en la puerta.
- ¡Demonios! Ya se han dado cuenta de la fuga. Imposible llegar a la casa. ¡Rápido! ¡Vamos a la facultad de Física!
Adolfo había urdido en su mente un plan alternativo, que ahora se había transformado en inevitable. No había pensado en que sería necesario llevarlo a cabo, la posibilidad de que tuviera que recurrir a medidas drásticas era remota. Sin embargo, las cosas habían transcurrido demasiado rápido, y ahora no veía otra opción. Mientras la ambulancia se encaminaba hacia la Facultad, una veintena de coches de policía comenzaron a perseguirla. El ruido de las sirenas era ensordecedor. Afortunadamente, Adolfo ya tenía claro lo que tenía que hacer.

Llegaron al viejo edificio de Físicas. Adolfo apretó contra su pecho a la hija de Silvina, envuelta en una maraña de trapos rosados. Mientras avanzó, a grandes zancadas, hasta la entrada del edificio, oyó los frenazos de los coches que le perseguían, y los golpes de las puertas que se cerraban. Creyó escuchar alguna voz que le gritaba: "¡Quieto!". Sus piernas lo llevaron, de forma autónoma, hasta el hall de la Facultad. Después, bajó corriendo unas escaleras y se encaminó hacia la parte menos conocida del edificio. Escuchaba el atronador ruido de muchas botas que le seguían.
Entró en un pequeño cuarto y cerró con llave la puerta deteriorada por el paso de los años. Sin dejar de apretar a la niña entre sus brazos, encendió la luz. Allí, encima de la mesa, estaba esperándole el artificio que constituía la parte principal de su plan alternativo. Le había costado muchos años. Pero ahora estaba seguro de que funcionaría correctamente. Había llevado a cabo cientos de ensayos, primero con gomas de borrar, después con insectos y una vez había metido un gato. Siempre había ido bien, lo mismo hacia adelante que hacia atrás en el tiempo. El gato, apareció tres días más tarde, y el reloj que había puesto en su collar marcaba la misma hora que tenía cuando había apretado el botón. Allí estaba, delante de sus ojos, su gran invento, que un día habría de hacerle famoso, su máquina del tiempo.

Adolfo pensó rápidamente, mientras los puños de los policías golpeaban la puerta del cuarto. Era una tontería enviarla hacia al futuro. La estarían esperando. Los federales entrarían en unos minutos en el cuarto, quizás al principio estarían incrédulos, pero de ninguna forma eran tontos. Verían el destino marcado en la pantalla del ordenador y en el fichero de registro. Sabrían en qué momento y lugar aparecería la niña y la estarían esperando. La única alternativa era enviarla al pasado. Adolfo sabía muy bien dónde y cuándo tenía que enviar a la niña, para que tuviera oportunidad de sobrevivir. Rápidamente, colocó el paquete de trapos rosados en el aparato, tecleó febrilmente en el ordenador unas coordenadas de tiempo y de espacio y apretó el botón.
La puerta se abrió de una patada. Demasiado tarde. La máquina ya ha funcionado. La niña está a salvo.


V

Granada, 1 de junio de 2000

Se escucha un casi imperceptible lloriqueo que procede de un atadijo de trapos rosados, situado en pleno centro del umbral de la casa de los Borges. La señora Borges abre la puerta.


Heather Murray. Goddess of Time. 2002

martes, agosto 01, 2006

El escándalo fotográfico de la semana

¿Consideras erótica, escandalizadora, turbadora y de contenido sexual la siguiente portada?



Pues muchos de los estadounidenses sí. Lo recoge hoy ElMundo.es y yo no podría expresarlo mejor, así que copio aquí el texto:

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"Me impactó ver ese pecho gigante en la portada de vuestra revista", escribió una persona. "Inmediatamente le di la vuelta", señaló otra. Son sólo una muestra de las muchas quejas recibidas por los responsables de la revista 'Babytalk'.

'Baby talk' es una publicación estadounidense gratuita dirigida a mujeres que acaban de estrenarse como madres. En una muestra de aproximadamente 4.000 lectoras, la cuarta parte de las reacciones a la portada fueron negativas.

En el fondo de las quejas está la controversia sobre si resulta adecuado alimentar a los niños con leche materna o no, una práctica que cada vez cuenta con mayor apoyo del Gobierno estadounidense y de la comunidad científica.

Una de las madres que protestó por la portada mostró a la agencia AP su preocupación ante la posibilidad de que su hijo de 13 años viera la imagen. "Un pecho es un pecho, es algo sexual, no necesita ver eso", señalaba.

Fue el mismo argumento que Ash, de 41 años, que ha dado de mamar a sus tres hijos, utilizó para mostrar su cautela sobre si resulta adecuado hacerlo en público, un asunto de gran debate entre las mujeres. "No quiero que mi hijo o mi marido vean accidentalmente un pecho que no quieren ver", ha señalado.

A pesar de las quejas, la revista también ha recibido algún que otro mensaje de apoyo, como el de Kelly Wheatley, quien señaló que imágenes como ésta ayudan a educar a la gente y a hacer ver que un pecho es más que un objeto de deseo sexual.

Susan Kane, directora de 'Baby talk', ha declarado que las respuestas a la portada son sólo el eco del debate sobre si las mujeres deben dar de mamar a sus hijos en público o no.

La polémica arrecia además en un momento en el que muchas mamás famosas han hecho 'campaña' sobre este asunto. Gwyneth Paltrow, Brooke Shields, Kate Hudson y Kate Beckinsale son sólo algunas de las estrellas que han hablado abiertamente de sus experiencias al alimentar a sus hijos.

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A mí, sin embargo, la que me escandaliza es esta otra foto con niño, que sospecho que, sin embargo, no provoca el rechazo de la mayoría de estadounidenses :